Otras gemas de seminario son ‘me da la sensación de que pasa algo con el tono’, ‘el personaje de Polly me ha parecido muy estereotipado’, ‘me han gustado mucho las imágenes, porque ayudan a ver con claridad de lo que se trata’…
Y en vez de tomar las palomitas recién hechas y acribillar al charlatán, el resto de corro suele ‘asentir con la cabeza’, sonreír y mostrarse ‘pensativo’. Demasiado a menudo, los profesores y escritores residentes asienten, sonríen y compiten en mostrarse pensativos. Por lo visto hay pocos inscriptos a quienes se les ocurra que si tienes tal o cual sensación y no puedes describirla, si es como, no sé, una especie de, ahora no caigo, quizás te hayas equivocado de clase, joder”.
[…] Las clases o seminarios de escritura son tan poco ‘necesarios’ como este libro o cualquier otro sobre el oficio de escribir. […] La mejor manera de aprender es leyendo y escribiendo mucho, y las clases más valiosas son las que se da uno mismo.”
Bueno... veo que no tiene una muy buena opinión de los talleres, igual que Hanif Kureishi.“Los talleres literarios no sirven para nada”, dijo Abelardo Castillo, escritor y coordinador de un taller, y explicó que no hay mejor taller que “la propia biblioteca de un escritor”.
Así que... en resúmen: el mejor Taller Literario es leer y escribir. Punto.
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