viernes, 22 de noviembre de 1991

Mi último día en el Instituto Estrada

Estoy sentado en el patio del Profesorado de Educación Física del Alberdi, que antes era del José Manuel Estrada.
El patio está en silencio, todos están estudiando en las aulas; por culpa de mi compañero Washington Pereyra y el profesor de la cátedra S. M. de handball, nos retiraron a todos del puesto ad honorem de "Ayudante de Cátedra".
Y es que S. se iba de la clase y le dejaba todo a cargo a Washington, que era un recién recibido el 91, y claro! a S. le pagaban, no a él, y por eso decidió el rector del Instituto el sacar a todos los ayudantes de cátedra...
Así que estoy acá, amo el Profesorado y me cuesta irme, acá viví los momentos más lindos de mi vida como estudiante.
Me gustaba salir al patio y ver gente entrenando, jugando, cantando; por donde miraras había gimnastas, atletas, jugadores de voley, de basquet, haciendo abdominales, cantando o jugando algún juego nuevo.
Cuando no estaba de ayudante de cátedra iba al patio y me ponía a ayudar a quien estuviera haciendo gimnasia deportiva; me acuerdo cuando sacaba una pila de colchones, corría, hacía un rondó, y volaba para caer parado arriba de una pila de colchones a casi dos metros de altura, o cuando hacía 10 flic flac sin parar, o una media luna sin apoyo de brazos (era el único en el profesorado que hacía eso).
Un día me puse en el caballete con arzones a hacer unas técnicas, y unos compañeros me dijeron "-¡Por fin veo a alguien hacer algo diferente en el caballete!".
Me acuerdo cuando organizaba grupos para hacer artes marciales, o cuando me enganchaba a combatir con Gabriel, y se sorprendía de mi forma de pelear a pesar de mi tamaño y musculatura, jajaja! años de entrenamiento en combate! ;-)
Pero ahora está todo en silencio y en penumbras, no hay nadie, me quedo esperando a que alguien baje y pueda... no sé... charlar un poco... con suerte ayudarlo/a a hacer gimnasia deportiva, o Hockey quizás...
Me siento angustiado, después de un año de haberme recibido, sigo queriendo ser estudiante, sigo amando este lugar, pero acá estoy solo...
Tres veces por semana iba al profesorado, me pasaba horas ahí.
Respiro profundo ¡como cuesta! miro hacia la puerta...
Sé que este es mi último momento aquí, tengo que dejar atrás mi época de estudiante, esa felicidad de ser uno más de un grupo buscando un objetivo en común... me siento un niño, un niño abandonado.
Crecer cuesta, no importa cuantos años tengas siempre hay un momento de crecimiento donde debes abandonar algo, dejarlo atrás.
Camino hacia la puerta con muchísima angustia, con un gran sentimiento de vacío: dejo el Profesorado de Educación Física, me retiro del José Manuel Estrada para siempre..
La puerta resuena en mis oídos, el chirrido me golpea, mis pasos tienen eco en el patio vacío y en mi alma vacía por la pena, cada una de mis fibras sufre...
Miro una vez más antes de pasar la puerta, pero no hay nadie, nadie baja, nadie va a entrenar, nadie me necesita aquí...
Salgo a la calle con lágrimas en los ojos, voy a mi ciclomotor, lo enciendo y parto hacia mi casa en el último camino que hago de mi Profesorado hacia mi casa en Morón, voy valorando cada momento porque sé que es el último.
No sé porqué soy así, porque me encariño con los lugares, con las personas, con los animales, las plantas, las cosas; sé que ninguno de los actuales alumnos del profesorado me va a extrañar, y en el camino tomo conciencia de que no me necesitaban, YO necesitaba de ellos simplemente para no dar un paso más.
Y en el camino hacia mi casa, sonrío, un poco con dolor y otro poco descubriendo una felicidad nueva: rompo el vínculo con el Profesorado José Manuel Estrada, con un lugar que amé, doy las gracias por lo aprendido para bien o para mal, todo es parte de mi ahora.
Una nueva aventura recién comienza...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario