Venimos a este mundo muchas veces; nos
lleva nueve billones de encarnaciones llegar a espiritualizarnos y tomar
conciencia de quienes somos.
Jesús enseñó la reencarnación, y el
cristianismo original lo enseñaba, hasta que en el año 501 se quitó de sus
enseñanzas.
Cada vida es un aprendizaje, y en cada
aprendizaje Dios quiere que lo busquemos; cuando así no ocurre, en el paso
entre este mundo y el otro, nuestros maestros nos vuelven a evaluar para ver
donde volvemos a encarnar.
Reencarnarnos es como quitarnos una ropa
vieja y ponernos otra nueva; el alma no tiene sexo, viene a este mundo como
hombre, mujer, gordo, flaco (o flaca), hermoso o feo (según lo que dicte el
concepto de belleza del lugar donde uno nace), rubia, pelirroja, con
deficiencias, etc.
Al momento de estar en esta vida es muy
probable que ya hayas pasado por muchas formas ¡Quizás por todas!
En cada vida venimos a enfrentar los mismos
problemas que no hayamos solucionado en vidas anteriores, y no podremos avanzar
espiritualmente si no los enfrentamos y logramos superarlos.
Todo se trata de tomar conciencia de la
existencia de Dios, de buscarlo, y de unirnos a Él.
Lo que hagamos en nuestra vida nos marca,
forma como una impronta, un tipo de vibración en nuestra mente, en nuestra
alma, que “filtra” el mundo a nuestro alrededor, es decir, lo que vemos, lo que
ocurre, lo que hagamos, forma nuestro mundo.
Si hacemos el mal, eso transforma nuestra
mente, y nuestra entidad vibra de otro modo, atrayendo o moviéndose exactamente
en ese tipo de vibración.
Es como un pez de agua dulce que no puede
vivir en agua salada, y si lo cambian… muere…
El ser humano es diferente, puede cambiar
de agua… y adaptarse…
Pero mientras tengamos un tipo de
vibración, nuestro mundo va a ser un reflejo de eso; y al dejar este cuerpo nos
llevamos esa vibración, y al volver continuamos con la misma, hasta que logremos
tomar conciencia de que podemos cambiarla, y lograrlo.
Entonces, si hacemos el mal, en la próxima
vida venimos a aprender las consecuencias de lo que hicimos; llegamos a este
mundo con la vibración que hizo posible ese mal, y lo atraemos.
Esa es la “causa y efecto”.
Anclas existenciales
En una vida podemos traer con nosotros
aquello de lo que no nos hayamos desprendido con nuestro paso entre mundos.
Es decir: nuestros malos hábitos, nuestras
tendencias y gustos, pueden venir con nosotros.
Puede parecer algo bueno, sin embargo lo
que traemos nos ancla a un tipo de
vibración de nuestra existencia anterior, lo que es equivalente a no progresar
espiritualmente.
Cosas tan simples como guardar recuerdos,
cosas viejas (muchas veces inútiles) que no tiramos por las dudas, gustos por las malas compañías, etc., evitan que
progresemos, y van a causar grandes daños en nuestras encarnaciones venideras.
 
 
No hay comentarios.:
Publicar un comentario