A veces el universo te da un golpe en la cabeza, te obliga a parar y ver dónde estás parado, se trata de lo que necesitas, y no de lo que quieres.
Y cuando parás, te quedas en silencio, en soledad, y ahí te ves a vos mismo, sin máscaras, y tu mente da vueltas, repasa tu lugar hoy, mira quién fuiste ayer, tu pasado pasa, te muestra cada tropiezo, cada caída, cada escalón que me llevó a la soledad de hoy.
Hoy no me gusta el camino que hice, y ya tengo 55 años, no puedo cambiar lo que fui, lo hecho, lo dicho, eso quedó allá, en un momento y en una persona que no soy hoy.
Sin embargo, lo hecho, lo dicho, para bien o para mal, me llevaron al lugar donde estoy hoy y a ser quien soy hoy.
Si no hubiera sido por todo el dolor que experimenté en estos últimos tiempos, no me hubiera tomado el tiempo de ver.
Y es que a veces nos hace falta el dolor para crecer un poco más, ojalá pudiéramos crecer sin el...
Una vez leí: "hay poca gente que puede aprender de los demás... el resto somos los demás". Y si, triste verdad, aprendemos que el fuego quema, quemándonos, no viendo a otros quemarse (hay quienes sí aprenden).
El YOo que fui no es el Yo que soy, y muchos se cruzan con el de ayer, y chocan con el de hoy, es todo un dilema.
Pero en los tiempos que estamos viviendo, muchos están dejando su ser atrás, tenemos que desprendernos, y desprendernos, y desprendernos de lo que fuimos, solo así vamos a poder despertar a este salto que se avecina, y ver al ser humano de hoy...
Todo un ser de luz...
 
 
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