Estaba en mi habitación leyendo tranquilamente a  Jorge Bucay; las ventanas abiertas de par en par, soplaba un lindo  vientito... cuando entró una avispa.
 Sentí el zumbido y levanté la vista: la avispa  entró y giró en el aire para volver a tomar el camino por donde había  venido.
 Y se encontró con el vidrio...
 Se desesperó... comenzó a aletear cada vez más  fuerte, se alejó del vidrio tomando impulso y arremetió contra éste con toda sus  fuerzas, varias veces.
 Luego solo quedó revoloteando siempre pegada al  vidrio, buscando por donde pasar.
 Finalmente se quedó caminando rápido de un lado al  otro del vidrio, hasta que llegó al borde.
 ¡Listo! -pensé- ahora va a salir  sola.
 Pero no lo hizo ¡hay estaba la libertad, a solo un  pasito!
 Pero no pasó, prefirió volver sobre el camino  andado, y recorrerlo varias veces.
 Llegó al borde una y otra vez, y siempre lo mismo;  parecía tantear el borde y se volvía.
 Quedó un momento largo, quieta ¿estaría  analizando lo que pasaba?
 Y luego volvió a caminar por todo el vidrio  hasta el borde... y volver...
 Finalmente la tuve que sacar.
 ¿Entendés?
 
 
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