martes, 2 de agosto de 2005

Espera madre ¡aún no es tiempo!

Cuando mi mamá era chiquita, tenía un potrillo llamado Mocito; ella me contaba cómo lo peinaba, como lo llamaba con un silbido y él venía; con el tiempo había aprendido a cabalgar parada en el anca del caballo, y también a saltar arroyos…
Un día el hermano la vió saltando un arroyo, y le contó a mi abuelo; mi abuelo enojado, lo primero que hizo fue quitarle el Mocito… y lo regaló a otro o lo vendió...
Así mi mamá perdió a su mejor amigo… y ella le escribió un poema que después te lo paso por acá. Ayer, mientras recopilaa sus escritos lo encontré, y al leerlo se me ocurrió este poema, que espero que te guste…

¿Te has encontrado, madre

con tu mocito dorado?

andarás entre las nubes

a los saltos, galopando

y entre relincho y tu risa

Dios te estará mirando

y los ángeles del cielo

festejando tu paso.

¡Ay, mocito galopero!

¡si entre las noches, andando!

rozando constelaciones

y a la luna domando,

encuentras el ñandubay

que mi madre me ha contado,

llévala a dormir en campos

de trigales azulados,

donde me espere a la noche

cuando me venga buscando.

Cabalgando entre la brisa

mi madre y mocito andando

llegaran hasta los cielos

y allí me irán esperando

¡aún escribo tus líneas!

¡espera, que no he acabado!

que mi trazo azul tintado

aún no he refinado…

Cuando termine las frases

que mi Dios me ha encargado

¡ven a buscarme, madre

en tu mocito dorado!

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